El Sereno · Un lugar para habitar en presencia

En el corazón del valle sagrado de Amatlán, El Sereno se abre como un refugio donde la arquitectura no domina, sino que acompaña. Sus formas respiran con la montaña, construidas con piedra volcánica y maderas locales que sostienen un diálogo vivo con el paisaje.

Nacido en 1998 como obra de autor, El Sereno ha sido renovado con paciencia y fidelidad a lo esencial. Cada espacio guarda la memoria de su origen y al mismo tiempo se ofrece como presente. Aquí no se busca impresionar, sino sostener la calma.

El conjunto está formado por tres villas independientes: Horizonte, Terra y Luna. Cada una se integra con la naturaleza desde la intimidad de lo cotidiano. Cocinas abiertas, jacuzzis privados, terrazas orientadas al valle y espacios que fluyen entre interior y exterior invitan a habitar el tiempo sin prisa.

Puede reservarse en su totalidad, en dúo de villas vecinas o de manera individual. Cualquiera que sea la elección, la experiencia conserva la misma esencia: amplitud, quietud y una profunda sensación de pertenencia.

En El Sereno no hay estructuras rígidas ni itinerarios. Solo luz cambiante, aire puro y la posibilidad de volver a escucharse.

Amatlán de Quetzalcóatl

A tan solo hora y media de la Ciudad de México, junto a Tepoztlán, se encuentra Amatlán de Quetzalcóatl. No es solo un pueblo, es un valle vivo donde mito y montaña, río y ritual conviven en un mismo pulso.

El paisaje está tejido por riscos sagrados, cascadas y senderos que invitan a caminar sin destino. Quienes llegan descubren un lugar que despoja lo innecesario y abre espacio a lo esencial.

Por siglos ha sido considerado un territorio sagrado. Hoy continúa siendo un punto de encuentro para quienes buscan silencio, descanso y espiritualidad. Más que un destino, Amatlán es un respiro que guarda memoria y transforma a quien lo habita.

“El universo entero está contenido en un instante de plena presencia.”

Dōgen (maestro zen)